ILUMINACIÓN ARTIFICIAL BIOCOMPATIBLE.
Núria Valldeneu
ILUMINACIÓN ARTIFICIAL BIOCOMPATIBLE. CRITERIOS PARA LA ELECCIÓN DE LÁMPARAS PARA ESPACIOS DE LARGA PERMANENCIA.
Artículo publicado en la "Guía del Hábitat Ecológico, edición 2017" de ediciones EcoHabitar.
Hace unas décadas, cuando necesitábamos reponer una lámpara fundida de nuestro salón, sencillamente íbamos a la tienda con la lámpara vieja de muestra y pedíamos otra de igual forma y casquillo. Podíamos valorar si queríamos que diera más o menos luz y escoger una de mayor o menor potencia. En aquel entonces, la lámpara incandescente era la más común dentro del hogar.
Si se trataba de la lámpara de la cocina, de un despacho, taller o garaje, probablemente la opción era el tubo fluorescente por su menor consumo.
Hoy en día ya todo eso es historia, las lámparas incandescentes ya no se comercializan y, cuando tenemos que comprar una lámpara para nuestra vivienda, nos encontramos con tal multiplicidad de opciones que uno acaba escogiendo una lámpara u otra en función del dinero que tiene previsto gastarse, de la potencia en relación con el rendimiento lumínico (es decir, que consuma poco e ilumine suficiente), de la supuesta vida útil y quizá, si tenemos un poco más de sensibilidad por el tema, del color de la luz. Y estamos tan convencidos de la importancia de la eficiencia energética y de la reducción del consumo energético, que nos quedamos con la consciencia tranquila pensando que contribuimos a contaminar un poquito menos y satisfechos porqué vamos a reducir un poco nuestra factura eléctrica, pero… ¿de verdad es así?¿contaminamos menos?¿pagamos menos a la compañía subministradora?
Antes de abordar el objetivo de este artículo, quisiera aportar un par de reflexiones en ese sentido para poner las cosas en su sitio:
Sobre la eficiencia energética, el consumo energético y la contaminación ambiental:
Es indiscutible que todas las lámparas que encontramos actualmente en el mercado consumen menos energía que sus predecesoras. Por lo tanto, si funcionan conectadas a la red eléctrica, consumir menos energía implica contaminar menos, ya que la mayor parte de la energía de la red procede aún de fuentes no renovables que tienen más o menos impacto ambiental.
Si las lámparas funcionan con electricidad procedente de fuentes renovables (placas fotovoltaicas, aerogenerador, etc…), este parámetro empieza a perder peso y su importancia se relativiza.
La contaminación ambiental no debemos medirla solo en términos de consumo energético, sino también en referencia a la huella ecológica del producto. Aquí empiezan ya las dudas. Muchas de las lámparas actuales, a diferencia de las antiguas, requieren un elevado consumo energético para su producción, suponen un alto impacto ambiental y su eliminación es problemática ya que contienen elementos contaminantes como el mercurio.
Sobre el ahorro económico que supone la reducción del consumo energético:
Según un artículo publicado en la sección de “economía” del diario “El País” en diciembre de 2013, solo un 45% del importe de la factura eléctrica corresponde al consumo. El 55% restante corresponde a los peajes eléctricos (costes de transporte, distribución, primas y deuda eléctrica).
Según un informe del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía) sobre “Consumos del sector residencial en España”, sólo un 11,7% del total del consumo eléctrico de una vivienda corresponde a la iluminación.
Es decir, que el gasto económico que representa la iluminación en una vivienda es sólo un 5,26% del importe total de la factura eléctrica.
Si, por ejemplo, pagamos de media 100€ de factura bimensualmente, estamos pagando 2,63€ cada mes por iluminar nuestra vivienda. Aunque reduzcamos mucho el consumo energético sustituyendo todas las lámparas por otras de mayor rendimiento, no vamos a ahorrar más que 2€ al mes en nuestra factura.
Quizá será mejor que empecemos a plantearnos otras medidas de ahorro económico más interesantes que la sustitución de lámparas…
Así que podemos empezar a desmitificar y relativizar los parámetros de eficiencia energética y consumo que utilizan las empresas para vendernos sus lámparas y, teniéndolos igualmente presentes, empezar a hablar de nuevos criterios para la selección de lámparas para espacios de larga permanencia, que afectan a la salud y al bienestar del usuario. Éste es el objetivo de este artículo.
¿QUÉ PARÁMETROS DEFINEN LA BIOCOMPATIBILIDAD DE UNA LÁMPARA?
EL COLOR DE LUZ
(Viene indicado en ºK en todas las lámparas).
El color de la luz natural del sol es variable a lo largo del día en función de su longitud de onda. Por la mañana es una luz fría, donde predominan los tonos azulados. Al mediodía el color de luz es blanco neutro. Por la tarde y al atardecer, la luz del sol se vuelve rojiza y de tonos cálidos. Y durante la noche, no hay luz solar. Esta gradación es importante.
En función de estos estímulos externos, nuestro reloj biológico (núcleo supraquiasmático) se sincroniza con el reloj circadiano de 24h marcado por la alternancia día-noche (actividad-reposo) regulando el funcionamiento de nuestro cuerpo a través de la segregación hormonal: cortisol (en relación al estado de alerta diurno) y melatonina (asociada a la relajación y regeneración del cuerpo durante la noche).
De esta manera, la luz fría de la mañana activa el cerebro. En cambio, la luz cálida del atardecer hace que el cuerpo empiece a relajarse y se prepare para descansar.
Para no alterar el buen funcionamiento y regulación de nuestro organismo es importante priorizar la iluminación natural de los espacios interiores y, en caso de necesitar luz artificial, procurar que el color de luz se asemeje al de la luz natural en el momento del día en que nos encontramos.
Así, si utilizamos luz artificial para trabajar durante la mañana, ésta deberá ser de color blanco frío (temperatura de color superior a 5300 ºK). Al mediodía deberíamos utilizar una luz más neutra (entre 3300 y 5300 ºK) y por la tarde-noche, una luz cálida (inferior a 3000 ºK).
Si alteramos de forma regular y prolongada estos mecanismos de regulación exponiéndonos, por ejemplo, a una luz artificial fría antes de acostarnos, podemos provocar disfunciones en nuestro cuerpo que, en este caso concreto, van a traducirse en insomnio, fatiga, dolores de cabeza y otras enfermedades asociadas a un mal descanso.

EL ÍNDICE DE REPRODUCCIÓN CROMÁTICA O COMPOSICIÓN ESPECTRAL
(Indicado en todas las lámparas).
La luz solar contiene la totalidad del espectro cromático, es decir, es capaz de reproducir todos los colores. Podríamos decir que tiene un índice de reproducción cromática de 100.
En luz artificial, este valor indica el porcentaje de colores que es capaz de reproducir una lámpara.
En espacios habitables se recomienda un índice de reproducción cromática igual o superior a 90, aunque a partir de 80, la reproducción cromática es ya aceptable. Cuanto más elevado sea este valor, mejores prestaciones obtendremos. Las consecuencias de iluminar un espacio con lámparas con un índice de reproducción cromática insuficiente son una mala percepción de los colores, acompañada de fatiga visual.
En ese sentido, las lámparas más recomendables son las fluorescentes fullspectrum o de espectro total, capaces de reproducir toda la gama cromática de modo similar a la luz solar.
Aunque pueda prestarse a confusiones, el índice de reproducción cromática es un parámetro completamente independiente del color de luz. Una lámpara de color blanco frío va a emitir más energía en el espectro de colores azules pero, si tiene un índice de reproducción cromática bueno, será capaz de reproducir perfectamente casi la totalidad de los colores.
CENTELLEO O PARPADEO
La causa del parpadeo de las lámparas es la corriente alterna (una lámpara conectada a una fuente de corriente continua no parpadea). Todas las lámparas que funcionan con corriente alterna parpadean 100 veces por segundo (para una frecuencia normal de 50 Hz, el suministro de corriente se interrumpe 2 veces por periodo), lo que resulta en un centelleo constante. Y aunque ese parpadeo sea, normalmente, imperceptible a los ojos, nuestro nervio óptico y nuestro cerebro sí perciben tales oscilaciones, debiendo hacer un trabajo extra para compensarlas.
Las consecuencias pueden ser cansancio, dolor de cabeza, nerviosismo, estrés…
En las lámparas incandescentes (incandescentes estandar y halógenas), a diferencia del resto de lámparas, prácticamente no existe alternancia de luz o centelleo, debido a que el hilo incandescente sigue emitiendo luz por su elevada temperatura e inercia. Las lámparas LED y las lámparas de descarga convencionales (tubos fluorescentes y fluorescentes compactas o bajo consumo), en cambio, sí parpadean. Existen lámparas especiales que han reducido significativamente el parpadeo, siendo, en ese sentido, recomendables. Es el caso de las lámparas fluorescentes con cebadores electrónicos de alta frecuencia y de las lámparas Bio-LED.
No es habitual que este parámetro figure en la ficha técnica de una lámpara, por lo que la única manera de objetivizar el parpadeo es utilizando aparatos de medición específicos o bien haciendo girar un disco estroboscópico.
CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS Y RADIACIONES DE ALTA FRECUENCIA
Los campos electromagnéticos (CEM) y las radiaciones de alta frecuencia son producidos, básicamente, por los transformadores y cebadores electrónicos que requieren la mayoría de lámparas actualmente presentes en el mercado para su funcionamiento.
Las lámparas de bajo voltaje que funcionan con transformadores generan campos magnéticos alternos importantes. Es el caso de las lámparas incandescentes halógenas de bajo voltaje.
Las lámparas que requieren un cebador electrónico emiten radiaciones de alta frecuencia elevadas. Podemos encontrar dichos cebadores en las lámparas fluorescentes, fluorescentes compactas o bajo consumo y lámparas LED.
Las únicas lámparas que generan campos electromagnéticos débiles son las lámparas incandescentes estandar (ya desaparecidas del mercado), las lámparas incandescendes halógenas de 230 V y las lámparas Bio-LED.
También la propia luminaria, si no está protegida, puede generar campos eléctricos cuando está apagada y campos magnéticos estando en funcionamiento.
La exposición a campos electromagnéticos y ondas de alta frecuencia puede tener consecuencias graves para la salud, especialmente en personas altamente sensibles, niños, personas mayores o con problemas de salud.
Por ello, es altamente recomendable desconectar la corriente eléctrica de la habitación cuando estamos durmiendo así como mantener una distancia de seguridad adecuada respecto a la fuente emisora (luminaria) en caso de larga permanencia en un espacio con luz artificial. Esta distancia puede variar entre 1 m y 2 m según el caso.
Esta información no se encuentra habitualmente dentro de la ficha de características de la lámpara, por lo que, para obtener datos más precisos, será necesario hacer una medición.
CUADRO COMPARATIVO DE LOS DISTINTOS TIPOS DE LÁMPARAS EN RELACIÓN A LOS PARÁMETROS DE BIOCOMPATIBILIDAD
Se añaden también al cuadro los parámetros relativos al rendimiento, vida útil y eliminación de residuos de las lámparas para poder hacer una valoración más completa en el momento de escoger un tipo u otro de lámpara.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Visto el ámplio abanico de parámetros a considerar a la hora de escoger una lámpara y la variedad de resultados, concluimos que ninguna de las lámparas actualmente presentes en el mercado presenta unas características óptimas a todos los niveles, aunque efectivamente alguna de ellas tiene valores muy próximos a lo que podríamos considerar ideal.
Por otro lado, evidenciar que, ni las antiguas lámparas incandescentes desaparecidas del mercado eran tan malas, ni las lámparas LED son tan maravillosas como quieren hacernos creer.
Y dicho esto, solo aportar algunas recomendaciones a tener en cuenta:
- Priorizar siempre la iluminación natural de los espacios interiores. Tanto desde el punto de vista de la salud como de la ecología, la luz natural es la mejor opción. Para el control de la radiación es interesante disponer de cortinas, toldos o persianas de lamas regulables según el caso.
- Para la iluminación artificial, es importante tener en cuenta que:
En espacios de larga permanencia conviene priorizar los parámetros de biocompatibilidad.
Escogeremos, por tanto, lámparas con un alto índice de reproducción cromática, color de luz adecuado al momento del día y a la actividad que se realice, parpadeo débil y baja emisión de radiaciones y CEM. Con estos criterios, diponemos de las lámparas incandescentes halógenas de 230V para ambientes relajados, con luz cálida, y de las lámparas Bio-LED con distintos colores de luz para ambientes de trabajo de uso diurno (luz fría) o también para ambientes de uso nocturno (luz cálida).